Las fobias específicas son un temor abrumador e irracional a objetos o situaciones que plantean un peligro real pequeño, pero provocan ansiedad y conductas de evitación. A diferencia de un momento de ansiedad breve que puedes sentir cuando das un discurso o haces un examen, las fobias específicas son duraderas, producen reacciones físicas y psicológicas intensas, y pueden afectar tu capacidad de desempeñarte normalmente en el trabajo, en la escuela o en entornos sociales.
Las fobias específicas se encuentran entre los trastornos de ansiedad más frecuentes, y no todas las fobias necesitan tratamiento. Sin embargo, si una fobia específica afecta tu vida cotidiana, hay varias terapias disponibles que pueden ayudarte a procesar y superar tus temores, a menudo de forma permanente.

Síntomas

Una fobia específica consiste en un temor patológico intenso y persistente a un objeto o situación particulares que no guarda proporción con el riesgo real (exageración). Existen muchos tipos de fobias, y no es raro experimentar una fobia específica con respecto a más de un objeto o situación. Las fobias específicas también pueden presentarse junto con otros tipos de trastornos de ansiedad.

Las categorías comunes de las fobias específicas son:

• Temor a situaciones, como subirse a un avión, estar en espacios cerrados o ir a la escuela.
• Temor a la naturaleza, como es el caso de las fobias a tormentas o a las alturas.
• Temor a insectos o animales, como arañas o perros.
• Temor a la sangre, a las inyecciones o a las lesiones, por ejemplo, agujas, accidentes o procedimientos médicos.
• Otros temores, por ejemplo, asfixia, vómito o ruidos fuertes.

Para cada fobia específica hay un término. Algunos ejemplos de los términos más frecuentes son «acrofobia» (temor a las alturas) y «claustrofobia» (temor a los espacios cerrados). Sin importar qué fobia específica tengas, es probable que cause estos tipos de reacciones:

• Temor inmediato e intenso, ansiedad y pánico cuando estás expuesto a lo que te produce temor, o simplemente piensas en eso.
• Ser consciente de que tus temores son irracionales o exagerados, pero no poder hacer nada para controlarlos (sensación de impotencia).
• Ansiedad que empeora a medida que se acerca la situación o el objeto, ya sea que se trate de una proximidad temporal o física.
• Hacer todo lo posible por evitar el objeto o la situación, o soportarlo con ansiedad y temor extremos.
• Dificultad para tener un desempeño normal debido a tu temor.
• Reacciones y sensaciones físicas, como sudoración, latidos del corazón acelerados, opresión en el pecho o dificultad para respirar
• Sentir náuseas, tener mareos o sufrir desmayos en presencia de sangre o lesiones.
• En niños, posiblemente tener berrinches, aferrarse, llorar, negarse a alejarse de la madre o del padre o negarse a acercarse a lo que les produce temor.

Cuándo consultar con el médico

Un temor irracional puede resultar molesto —por ejemplo, tener que ir por las escaleras en lugar de tomar el ascensor o conducir por un camino largo al trabajo en lugar de ir por la autopista— pero no se considera una fobia específica a menos que produzca una alteración grave en tu vida. Si la ansiedad afecta negativamente tu desempeño en el trabajo, en la escuela o en situaciones sociales, habla con tu médico o con un profesional de salud mental.

Los miedos de la infancia, como el temor a la oscuridad, a los monstruos o a quedarse solo, son frecuentes y la mayoría de los niños los dejan atrás. Pero si tu hijo tiene un temor excesivo y persistente que afecta su desempeño diario en la escuela o en casa, consulta con su médico.

Con la terapia adecuada, es posible ayudar a la mayoría de las personas. Y la terapia tiende a volverse más fácil cuando la fobia se aborda de inmediato en lugar de esperar a tratar el tema.